sábado, 11 de diciembre de 2021

ALFONSOX, SU TROVA Y LA VIRGEN SIEMPRE CERCA

César Carazo, canto y fídula. Alberto Barea, canto, orlos y sinfonía. José Manuel Vaquero, organetto y zanfoña. Ignacio Gil, flautas dulces, chirimía y gaita. Aníbal Soriano, laúd. Álvaro Garrido, percusión. Nacho Bravo, actor. Programa: Ego Rex. Selección de Cantigas autobiográficas de Alfonso X El Sabio en el 8º Centenario de su nacimiento. Capilla Doméstica de San Luis de los Franceses. Viernes 10 de diciembre de 2021


Hablábamos a propósito de Capuletos y Montescos de Bellini, actualmente en el Maestranza, de las pugnas entre güelfos y gibelinos en el Antiguo Sacro Impero Romano Germánico, y nos encontramos ahora con uno de sus herederos directos, el Rey Alfonso X El Sabio, de quien este año que ya perece se conmemoran ochocientos años de su nacimiento en Toledo un 23 de noviembre de 1221. Para la ocasión el monarca regresó a una ciudad que, según él, después de tanto tiempo sigue tan rancia e ignorante como entonces. Y es que en la piel y las formas del actor Nacho Bravo, integrante del Teatro Clásico de Sevilla y polifacético artista también en otras disciplinas como la escenografía y la literatura, el grupo Artefactum no renunció al humor que tanto les caracteriza. Narrada en primera persona, con ayuda de algunas de las cantigas con mayor contenido autobiográfico, José Manuel Vaquero tuvo que practicar la continencia verbal y dejar en manos del actor los comentarios siempre irónicos y divertidos que acompañan tradicionalmente las intervenciones de este conjunto tan carismático.

El espectáculo recibió su bautismo de la mano del pasado Femás en el mes de marzo. Lamentábamos entonces que un grupo tan comprometido con la ciudad y que tanto lleva su nombre por toda la geografía española, y desde hace mucho también por el resto del planeta, quedara relegado a un espacio tan limitado como la Sala de Pinturas de Santa Clara, y con un aforo además restringido por la situación pandémica a tan solo unos treinta espectadores, lo que restó sin duda mucha repercusión al evento y su trascendencia. Su reposición ahora en la Capilla Doméstica de San Luis de los Franceses, rodeados de tanta belleza como ofrece este conjunto desacralizado, ha venido a paliar ese desencuentro y ofrecernos la oportunidad a quienes no acudimos en su día de disfrutar con esta nueva y peculiar propuesta del conjunto, que para la ocasión acudió en nutrida formación de seis integrantes. No cabe duda de que todos son excelentes músicos, tan adheridos a sus instrumentos, todos ellos dignos de las mejores colecciones, a los que han sabido dar forma a lo largo de todos estos años y que por lo tanto dominan con un virtuosismo fuera de toda discusión.

Bravo exhibió un extraordinario talante y se metió en la piel del rey con toda la gracia y el desparpajo que la ocasión exigía, mientras el conjunto desgranó cada una de las cantigas seleccionadas, siempre con la Virgen en el horizonte, arreglando entuertos y satisfaciendo las demandas del monarca, cuyos episodios y gestas más importantes fueron poco a poco recreándose en las zanfoñas, flautas, cuerdas, organeto y percusión de su ilustre trova, encabezada por las voces siempre amables, dulces y perfectamente entonadas de Alberto Barea en su habitual registro de tenor, y más ligera de César Carazo. El rey, y con él su trova, reivindicó su papel en las leyes, la cultura y la defensa del patrimonio de la ciudad, frente a la desidia con que ésta le ha pagado, una licencia que sirvió al conjunto para estructurar sus bromas e ironías a lo largo de un programa organizado según un estricto y preciso guion. Solo en este punto echamos en falta poder seguir los textos aunque fuera en formato digital. En lo instrumental destacamos la Cantiga 354, en la que brilló la flauta de Ignacio Gil, después extraordnario a la gaita mientras el resto entonaba en su particular estilo goliardo esas glorias perfectamente glosadas al rey y la misma Virgen a la que invocaron en aquella divertida comparecencia del grupo en formación de cuarteto la pasada edición de las noches estivales del Alcázar, otra de las glorias arquitectónicas que debemos a la iniciativa de Alfonsox.

Fotos: Pepe Serrano
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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