domingo, 5 de diciembre de 2021

CAZAFANTASMAS: MÁS ALLÁ Nostalgia ochentera poco emocionante

Título original: Ghostbusters: After Life
USA 2021 124 min.
Dirección
Jason Reitman Guion Jason Reitman y Gil Kenan, según los personajes creados por Dan Aykroyd y Harold Ramis Fotografía Eric Steelberg Música Rob Simonsen Intérpretes Carrie Coon, Paul Rudd, Finn Wolfhard, Mckenna Grace, Logran Kim, Celeste O'Connor, Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson, Annie Potts, Sigourney Weaver, J.K. Simmons Estreno en Estados Unidos 19 noviembre 2021; en España 3 diciembre 2021

Por encima de otras películas muy aclamadas de Jason Reitman; como Juno o Up in the Air, hay un título que nos gusta especialmente, se trata de Hombres, mujeres y niños, una interesante disección de las relaciones paterno y maternofiliales en la era de la tecnología y las redes sociales, que pasó prácticamente desapercibida, como la mayoría de las películas que realmente son interesantes. También los padres, las madres y sus descendientes se erigen en protagonistas de esta película que a nivel personal parece un ejercicio de nostalgia y tributo de un hijo a su padre, Ivan Reitman, el celebrado creador de El pelotón chiflado y Los cazafantasmas, aunque a nivel empresarial está claro que no es sino la revisitación de un clásico para poner de nuevo en marcha la máquina de hacer dinero.

Obviado aquel empoderamiento aparente de la mujer que supuso Cazafantasmas en su edición de 2016 dirigida por Paul Feig, la película del joven Reitman enlaza directamente con la segunda entrega original, de 1989, recuperando sus personajes originales y con un hondo homenaje tributado a Harold Ramis, desaparecido en 2014 y responsable en solitario de aquel mítico Atrapado en el tiempo. El director homenajea a su padre, y la protagonista femenina de esta entrega contemporánea lo hace al suyo, el personaje de Ramis, que en el prólogo, convenientemente camuflado entre las sombras, perece mientras manipula sus artefactos atrapa fantasmas en una hacienda de inconfundible parecido con el cuadro de Hopper que inspiró a su vez la mansión de Psicosis. Pero aquí los verdaderos protagonistas son los niños y niñas que muy al estilo de Los Goonies, toman el relevo de sus abuelos y hacen frente a nuevas amenazas espectrales que despiertan de su letargo en una antigua mina abandonada.

El ejercicio nostálgico no se queda en Cazafantasmas y Goonies, sino que recorre todo el imaginario Spielberg, incluidas las luces azuladas de E.T. y la montaña mágica de Encuentros en la tercera fase. Sin embargo falta en el conjunto esa emoción que antes afloraba con tanta facilidad, y ahora solo lo hace de manera impostada y a menudo poco eficiente. Se agradece que los efectos visuales se asemejen a los de aquella época, haciendo alardes solo en la recreación digital de los personajes desaparecidos, lo que acrecienta el parecido entre cintas que se alejan en el tiempo tres décadas. Incluso Rob Simonsen se afana en recrear el sonido Elmer Bernstein de los dos títulos originales, incluidas sus caracteristicas ondas martenot. Sin embargo falta en el conjunto aquel componente cómico y fiestero que dio carta de naturaleza a un híbrido entre comedia, terror y ciencia ficción que tan bien funcionó entonces y solo sirve ahora para provocar un poco de melancolía, o ni eso. Los menos impacientes comprobarán que Sigoruney Weaver efectivamente también aparece entre los cameos del film, y que el personaje de Ernie Hudson encierra algún secreto clave para la inevitable secuela.

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