Cuando un director y su orquesta son capaces de ofrecer una versión tan paladeada, llena de lirismo y tan acorde al espíritu del autor y la película a la que ilustra, como la que despacharon del Valse lente compuesto por Bernard Herrmann para la película de Brian de Palma Obsession (Fascinación en su versión española), es que se ha alcanzado un nivel de excelencia del que ya es difícil apearse. Martínez-Orts y la FSO están de nuevo de gira, tras la pausa de la pandemia, ahora bajo el significativo título de Fénix, en alusión al ave que renace. En principio solo estaba prevista una cita en Sevilla, donde llenar el inmenso auditorio de FIBES ya vale lo que una doble o triple cita en otras capitales españolas. Sin embargo el éxito ha sido tal que ya se anuncia un regreso con el mismo programa en marzo. Apunten la fecha porque merece muchísmo dejarse contagiar por la alegría y la emoción que cada vez más suscitan estos jóvenes intérpretes comandados por el entusiasta y dicharachero director valenciano.
La fiesta arrancó en esta ocasión con el pegadizo e ingenioso tema principal compuesto por Ludwig Göransson para el spin-off de Star Wars The Mandalorian, para inmediatamente después atreverse con el épico preludio de Ben-Hur, versión William Wyler con la mastodóntica partitura del clásico Miklós Rózsa, en perfecto estilo y con un apropiado vuelo lírico en su zona central, el tema de amor. Otro clásico, Herrmann, le siguió, y tras él de nuevo la televisión con una amplia suite de Los Bridgerton, la popular serie de Netflix ambientada en la Norteamérica del siglo XIX, con la hermosa partitura de Kris Bowers (Green Book, Respect) que la orquesta interpretará en su integridad en una cita que tendrá lugar solo en Madrid, Barcelona y Valencia dentro de apenas un mes. La oportunidad que brinda la nueva entrega de Matrix y el remake spielberiano de West Side Story, que se estrenan en apenas unos días, hizo que se interpretaran sus partituras, con especial hincapié en las texturas atmosféricas de la primera y las inspiradas melodías de la segunda, sin olvidar un Mambo y un América de contagioso ritmo según suites preparadas al efecto, al igual que una selección con los tres temas principales de Los intocables de Eliot Ness, La fuerza de los justos, Tema de la muerte y Títulos finales, que contó con espléndidos solos de armónica y saxo y propició un sentido homenaje al desaparecido maestro Morricone. La vibrante obertura de Mucho ruido y pocas nueces, compuesta por Patrick Doyle, a quien los Encuentros de Música de Cine de Sevilla dedicaron un concierto en 1997, y el místico y crepuscular tema de El código Da Vinci de Hans Zimmer completaron la primera parte.
Sorprende comprobar cómo cada año la orquesta y su director se comprometen con espectáculos tan complejos y costosos, ambientados con extraordinarios juegos de luces y considerando el precio de las partituras cuyos derechos aún no han caducado, y que son la mayoría. Martínez-Orts controla perfectamente los tempi y el color de cada música según su estilo e intención, ofreciendo siempre las piezas en versiones fieles, sin arreglos ni superfluas florituras. Así transcurrió también una segunda parte en la que brilló la voz con tesitura de mezzo de Blanca Valido Montenegro, capaz de emular a Lisa Gerrard en Now We Are Free de Gladiator y a la mismísima Renée Fleming en El señor de los anillos sin que echásemos de menos a las originales, claro que la amplificación ayuda. Unos títulos iniciales de La conquista del oeste demasiado metálicos y una Marcha de John Wayne de Circus World (aquí El fabuloso mundo del circo) en la que se potenció en exceso el efecto trompa de elefante en los trombones, ocuparon la cota clásica de esta segunda parte en la que también pudimos disfrutar de la dulce y melancólica música de Nicola Piovani para La vida es bella, la navideña partitura de Alan Silvestri para Polar Express, el emblemático tema de El equipo A con sonido de helicóptero incluido, y la obertura que preparó Alan Menken para el remake de La bella y la bestia con personajes reales. Toda una fiesta y una inmensa alegría para aficionados y extraños que culminó en las propinas con un frenético y discotequero tema de Brian Tyler para Iron Man 3 que los jóvenes músicos no dudaron en bailar sobre el escenario, al igual que hicieron con el inevitable Cantina Band de La guerra de las galaxias que tradicionalmente pone punto y final a esta seguidísima cita con la mejor música de cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario