miércoles, 9 de diciembre de 2020

ALDO MATA EN TONO TRASCENDENTE

Otoño Barroco de la Asociación de Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla. Aldo Mata, violonchelo. Programa: Ricerares VII y III de Gabrielli; Suites nº 2 BWV 1008 y nº 3 BWV 1009, de Bach; Scena.Da Euridice, de Dozza. Espacio Turina, Martes 8 de diciembre de 2020  

Hacía tiempo que teníamos marcada en la agenda una cita que en principio debía protagonizar nuestra admirada Mercedes Ruiz. Que finalmente la integrante de la Barroca fuera sustituida por el violonchelista madrileño y profesor de nuestro Conservatorio Aldo Mata, no ha supuesto desde luego una decepción, toda vez que su más que probado talento apenas hemos podido disfrutarlo en los escenarios de Sevilla. Su propuesta partió de una pieza del compositor italiano residente en Madrid Bruno Dozza, una primicia mundial titulada Scena. Da Euridice, mito a la que ya dedicó la obra Euridice. Cantata Drammatica para chelo y voz nuh, un encargo de la Consejería Cultural de España en Tokio para conmemorar el ciento cincuenta aniversario de las relaciones diplomáticas entre España y Japón, y que el propio Mata estrenó en esa ciudad el 3 de noviembre de 2018. Se trata ahora de recrear una posible variante de Euridice como renacida que no reconoce a Orfeo cuando se gira para mirarla y pierde una segunda oportunidad de recuperar a su amada. La sensación de la música, interpretada al violonchelo sin intervención ni efecto externo alguno, salvo por el detalle de rebajar las cuerdas dos y cuatro medio tono, es primero de extrañeza, sutilmente expresada por el intérprete, para a continuación transmitir desasosiego y perplejidad, y converger finalmente en rabia y dolor disipado con algo de control que da a la pieza un efecto hipnótico y hasta cierto modo perturbador, sin llegar en ningún momento a ser epatante. 

La obra de Dozza funcionó como visagra para mostrar el instrumento a través de su embajador más ilustre, Bach, y en dos tonalidades extremas, la más sombría en re menor de la Suite nº 2 y la más luminosa en do mayor de la número 3. Consideradas erróneamente en su momento como obras pedagógicas, son tan hermosas como las sonatas y partitas para violín y responden al esquema de las suites de danzas tan de moda en la época, permitiendo al intérprete lucir en virtuosismo y calidad expresiva. En un violonchelo moderno se traducen en un tour de force lleno de fuerza, mientras en uno de época, como el Nadotti de 1787 empleado por Mata, se potencia la liviandad y sobriedad de estas danzas. Lo mejor es alcanzar el equilibrio entre una forma y otra de interpretarlas, y así hizo el intérprete en esta ocasión, con un tono vibrante y una articulación viva y muy expresiva. De modo que el preludio de la Suite nº 2 acarició una angustia solo atenuada por el tono relativo en fa mayor, y a partir de ahí las danzas se sucedieron majestuosas y arrebatadas, con una zarabanda serena, unos minuetos graciosos y una giga impetuosa aun conservando el color sombrío del conjunto. 

La articulación ágil y el fraseo poético de Mata se hicieron fuertes también en la más luminosa y jovial Suite nº 3, muy arpegiado el preludio, libre y generosa la alemanda, ligero el courante unido a una zarabanda noble y majestuosa, hasta unos bourrées y una giga alegres e impulsivas. Hizo justicia así a la enorme calidez e inventiva de estas piezas de vocación trascendente, precedidas cada una en su misma tonalidad por unos ricercari de Domenico Gabrielli, considerado junto a Giovanni Battista Degli Antoni el pionero en independizar el violonchelo del bajo continuo y darle así el protagonismo que merece, que Mata desplegó también con la precisión y el buen gusto necesarios. Pero fue Bach quien con su personalidad y estilo dio al instrumento ese carácter definitivo del que disfruta y al que tanta justicia hizo Aldo Mata, quien como propina regaló el archifamoso y omnipresente Preludio de la Suite nº 1.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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