Dirección David Fincher Guion Jack Fincher Fotografía Erik Messerschmidt Música Trent Reznor y Atticus Ross Intérpretes Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Monika Gossmann, Joseph Cross, Sam Thoughton, Jamie McShane Estreno en Estados Unidos 13 noviembre 2020; en España 20 noviembre 2020; en Internet 4 diciembre 2020
Diecisiete años ha tardado en desempolvar David Fincher un guion que su padre, un amateur del cine, escribió antes de fallecer, en torno a la figura presuntamente controvertida de Herman Mankiewicz, creador junto a Orson Welles de la mítica película Ciudadano Kane. Ya en 1999 Benjamin Ross dirigió una modesta película para televisión que en muchos países, entre ellos el nuestro, se distribuyó en cine. Aquel film se tituló RKO 281 y narraba el complejo proceso de rodaje del film. Pero Fincher va más allá, en ambición, objetivo y desmitificación. No se trata ahora tanto de hablar del film de Welles, sin duda mente prodigiosa y artífice prácticamente absoluto de la genialidad de la película en sí, sino del guionista a quien se encargó darle forma, que ni antes ni después llegó a firmar grandes guiones aunque era muy respetado e influyente en el Hollywood del sonido incipiente.
En una estrategia que recuerda mucho a la seguida por Tim Burton en Ed Wood, que consiste en emular el estilo y la estética de lo homenajeado, en este caso la prodigiosa factura técnica y artística del film de 1941, durante mucho tiempo líder de las listas de mejores películas de la historia del cine, Fincher emplea demasiada energía en una puesta en escena que exige tanta atención a cada apartado por separado que provoca que al final nos despistemos y desinteresemos de su objetivo fundamental, que no es sino volver a echar barro sobre aquel Hollywood dorado que tanta felicidad dio al público, especialmente en una época como la Gran Depresión, eje alrededor de la cual gira este ensayo cinematográfico, pero parece ser tanto daño infligió a sus creadores, incluidas sus estrellas. Películas sobre productores despiadados se han hecho antes, especialmente memorable es Cautivos del mal de Vincente Minnelli, pero sin atacar el sistema y su grandeza, casi justificando que su secreto radique en la miseria moral de sus promotores. En el caso de Mank son muchos los nombres míticos que hicieron del Hollywood clásico lo que hoy conocemos y veneramos, como Irving Thalberg (a quien da vida el hijo de Ben Kingsley), Louis B. Mayer o David O. Selznick, que en esta película son reducidos a alimañas sin pudor, mientras la trama se centra en la animadversión de Mankiewicz, hermano de Joseph Leo, hacia el magnate de la prensa amarilla William Randolph Hearst, megalómano que manejaba muchas de las cuerdas que movían la industria del cine en esos primeros años treinta del pasado siglo. De ahí que Mankiewicz se basara directamente y de forma nada disimulada en Hearst para definir a Charles Foster Kane.
La ideología veladamente progresista del guionista, fuertemente contrapuesta a la del magnate, y la manipulación que éste ejercía sobre la actriz Marion Davies, interpretada con ahínco por Amanda Seyfried, posiblemente en el mejor papel de su carrera hasta el momento, no ayudó a las simpatías del intelectual hacia el empresario. Los planos a menudo rebuscados, las localizaciones y la fotografía en blanco y negro, junto a la música de Ross y Reznor echando mano del estilo Herrmann, cuando no se dedican a recrear un sonido swing y jazzístico más propio de los cuarenta que de los treinta, pretenden recrear la estética de Ciudadano Kane, pero en contrapartida su narrativa y la dispersión de sus elementos provocan un creciente desinterés que malogra las posibilidades de un trabajo que debía haber resultado apasionante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario