Reino Unido-Alemania 2018 90 min.
Dirección Julien Landais Guion Jean Pavans, Julien Landais y Hannah Bhuiya, según el relato corto de Henry James Fotografía Philippe Guilbert Música Vincent Carlo Intérpretes Jonathan Rhys Meyers, Joely Richardson, Vanessa Redgrave, Lois Robbins, Jon Kortajarena, Poppy Delevingne, Morgane Polanski, Barbara Meier, Alice Aufray, Nicolas Hau, Arianna Addomizio, Alessandro Bressanello Estreno en el Festival de Venecia 30 agosto 2018; en Estados Unidos 11 enero 2019; en España 27 noviembre 2020
No se equivocan quienes consideran ésta una torpe e incompetente adaptación del texto de Henry James, que ya conoció dos versiones anteriores, una de ellas catalana de 1991, dirigida por Jordi Cadena y protagonizada por Hermann Bonnín y Silvia Munt, siendo ahora la primera ocasión en pantalla grande que se ambienta en su Venecia original. Pero la implicación de James Ivory y parte de su elenco en la producción, y la cantidad de referentes que es capaz de amasar consiguen que la obra no resulte del todo desdeñable y atrape al menos esa sensación de extrañeza y desconcierto que no toda obra es capaz de provocar.
La obra de James ha conocido muchas adaptaciones; el propio Ivory dirigió en 2000 La copa dorada, mientras Otra vuelta de tuerca sigue siendo su pieza más admirada, con un clásico como Suspense (The Innocents) de Jack Clayton rivalizando con La heredera de William Wyler por el título de mejor adaptación de una novela de Henry James. Los papeles de Aspern tiene todos los alicientes para hacer de ella una excelente película y una obra apasionante, que desde luego esta cinta del publicista Julien Landais no consigue. Curtido en anuncios de moda y cosmética, Landais traslada ese mundo de glamour y superficialidad a su debut en el cine, con aportaciones de Jon Kortajarena, Poppy Delevingne o la propia hija de Roman Polanski y Emmanuelle Seigner que quedan en solo eso, modelos en un ambiente de lujo, y licencias al estilo Baz Luhrmann y Guy Ritchie como ambientar con música tecno una fiesta carnavalesca de principios del siglo XX.
Pero es en la dicción impoluta de sus protagonistas, con una veterana Vanessa Redgrave y su hija Joely Richardson acompañadas por un esforzado Jonathan Rhys Meyers a la cabeza, los diálogos refinadísimos y cargantemente literarios, y las situaciones impostadas donde la cinta encuentra su referente más inmediato, que no es sino José Luis Garci. Ahí radica el principal problema de la película, su impecable superficialidad, su cargante elocuencia y la sensación de haber dejado atrás una historia cuya principal fascinación es hablarnos de fantasmas y la influencia que algunos ejercen en nuestras vidas. Y aún así logra evocar estas múltiples referencias, también Tom Ford asoma por ahí, e interesarnos por su historia aunque solo sea para desear que alguien más talentoso le meta mano.
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