Reino Unido 2018 107 min.
Guión y dirección Richard Billingham Fotografía Dan Landin Intérpretes Ella Smith, Justin Salinger, Tony Way, Sam Gittins, Richard Ashton, Patrick Romer Estreno en el Festival de Locarno 5 agosto 2018
Resulta difícil empatizar con una realidad tan dura y desagradable como la que propone el realizador debutante Richard Billingham. Habrá quien quiera ver en su retrato de una familia desestructurada, otra más, la problemática de una clase obrera británica que se ha dado por vencida sin un hilo de esperanza al que asirse. Pero no nos encontramos ante un trabajo en la línea de Ken Loach, un cuento sobre la clase oprimida y su lucha por salir adelante aún saltándose las reglas de un mundo jerarquizado y reglado a imagen y en beneficio de la clase poderosa. Aquí no hay lucha ni opresión, sino las consecuencias de un régimen subvencionado en el que la vagueza es recompensada con una renta o ayuda gubernamental, escasa pero suficiente para conformarse con una vida sin ambición ni ilusiones. En ese marco asistimos a las gamberradas de muy mal gusto y en cierto modo bizarras de un joven inquilino de la pareja protagonista hacia un hombre con sus facultades mentales mermadas, o de un niño hacia su padre ausente, dentro de un entorno en el que los animales encerrados, ya sean en la mugrienta casa en la que reside la familia o en un cochambroso zoológico de barrio, parecen simbolizar la falta de esperanza de estos nauseabundos personajes que se nos presentan con descaro y naturalidad. Una madre por supuesto fea y gorda, que así es más fácil regodearse en la cochambre, se lleva el gato al agua en cuanto a conducta censurable hacia su familia y el entorno, que ya se sabe que si alguien tiene que salir peor parado, mejor que sea ella. La experiencia es por lo tanto desagradable y para nada constructiva, más bien no ofrece salida alguna a quienes tiran la toalla en un sistema que seguramente pide a gritos su reforma integral.
Artículo publicado en El Correo de AndalucíaAMIN El inmigrante seductor y el horizonte perdido
Francia 2018 91 min.
Dirección Philippe Faucon Guión Philippe Faucon, Mustapha Kharmoudi y Yasmina Nini-Faucon Fotografía Laurent Fenart Música Amin Bouhafa y Jean-Pierre Arquié Intérpretes Moustapha Mengue, Emmanuelle Devos, Mareme N’Diaye, Noureddine Benallouche, Ouidad Elma Estreno en el Festival de Cannes 15 mayo 2018; en Francia 3 octubre 2018
Seguramente por sus propios vínculos familiares, Philippe Faucon ha demostrado en su filmografía un especial interés por retratar la vida de los inmigrantes del norte de África en Francia. Sabine, Samia o la más reciente Fatima son testigos de ello. Ahora viaja un poco más abajo y nos habla de Amin, un inmigrante de Senegal que vive en París realizando todo tipo de trabajos para sobrevivir y ahorrar con vistas a ofrecer una vida mejor a su familia en su país de origen. El punto de partida de la película es muy interesante, por cuando nos muestra el destino del dinero conseguido por estos inmigrantes que lo han dejado todo detrás, y que muchas veces consiste en ofrecer a los suyos nuevas y estimulantes posibilidades que ayuden a sacar a su país de la miseria, y nada mejor que hacerlo a través de mejoras en el sistema educativo. Pero esta premisa rápidamente se diluye cuando el director se muestra más interesado en plasmar la dificultad de la vida en el extranjero, la adaptación de la familia a la ausencia de un referente paterno, y otros caminos tan trillados como la inevitable aventura sentimental con una mujer occidental madura y comprensiva. El film discurre por lo tanto por caminos previsibles y vulgares, entre lo que detestamos especialmente que la pareja de senegaleses tenga que ser tan hermosa, prácticamente modelos, para que el mensaje llegue más hondo. Maniqueo y superficial, lo que era un buen punto de arranque deriva en una cinta sin ingenio ni inventiva, rutinaria e inútil.
DONBASS Postales de la devastación y la anarquía
Ucrania-Alemania-Francia-Países Bajos- Rumanía 2018 121 min.
Guión y dirección Sergei Loznitsa Fotografía Oleg Mutu Intérpretes Valeriu Andriuta, Evgeny Chistyakov, Georgi Deliyev, Vadim Dubovsky, Konstantin Itunin, Boris Kamorzin Estreno en el Festival de Cannes 9 mayo 2018; en Ucrania 18 octubre 2018
Galardonado con el premio al mejor director en la sección Un certain regard del Festival de Cannes de este año, Sergei Loznitsa prosigue con este trabajo de ficción una senda que ha iniciado con algunos trabajos documentales, especialmente The Trial y Victory Day, que es analizar el papel desde dentro de la Unión Soviética en el último siglo, y su incidencia en otros países del entorno, especialmente esa castigada Ucrania que se convierte aquí en eje de una serie de situaciones a cual más estrambótica y grotesca. La reciente invasión de Rusia en el este de Ucrania, concretamente Crimea, con el pretexto de devolver a sus habitantes la supuestamente anhelada condición de ciudadanos rusos, pero con el objetivo real de abrirse un paso al Mar Negro y hacerse con sus yacimientos de petróleo, sirve al director ucraniano para trazar una serie de sketches en los que la vida cotidiana se ve alterada por dicha agresión. Nos encontramos por lo tanto en un escenario de guerra, muerte y desolación que Loznitsa aprovecha para hacer abuso de la violencia, como en esa secuencia en la parada del autobús, y de lo grotesco, como en la espeluznante boda con la que casi acaba este desfile de horrores y despropósitos. En ciertas ocasiones es la realidad y la ficción lo que se confunden, y el lenguaje, utilizado de forma tan indisciplinada como confusa, el que promueve una situación caótica que provoca la irritación del espectador. Porque en eso consiste en última instancia la película, en irritar y provocar al espectador, que lejos de implicarse en una situación tan injusta y delicada, acaba desconectando de un espectáculo que ni interesa ni conmueve en su afán anárquico y desintegrador.
Artículo publicado en El Correo de AndalucíaCLOSE ENEMIES Thriller trágico pero no demoledor
Título original: Frères ennemis
Francia-Bélgica 2018 111 min.
Dirección David Oelhoffen Guión Jeanne Aptekman y David Oelhoffen Fotografía Guillaume Deffontaines Música Superpoze Intérpretes Matthias Schoenaerts, Reda Kateb, Adel Bencherif, Sabrina Ouazani, Gwendolyn Gourvenec, Astrid Whetnall, Marc Barbé, Ahmed Benaissa, Omar Salim Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2018; en Francia y Bélgica 3 octubre 2018
No parece que sea cultivar simplemente el género policíaco lo que interese al director de la aclamada Lejos de los hombres, protagonizada por Viggo Mortensen en 2014. En efecto nos encontramos ante un ambicioso thriller en el que una trama policial con dos vértices antagónicos personificados por quienes una vez fueron amigos y compañeros de juego en un barrio periférico y marginal de la capital francesa, y ahora se encuentran en bandos distintos, el de la ley y la justicia y el del crimen organizado en torno al narcotráfico. Un duelo que hemos visto en múltiples producciones americanas, pero que aquí cobra el añadido de tratarse de inmigrantes marroquíes; y es precisamente ahí donde encontramos el interés de su director, en plasmar unos códigos de fidelidad a la familia y al clan, inculcado desde pequeños en una sociedad primitiva y feudal, que convierte paradójicamente en desviación refugiarse en la legalidad y la decencia si éstas están en el bando contrario. En esa tesitura se encuentra el personaje encarnado por Reda Kateb, que también formaba parte del elenco de Lejos de los hombres, y que aquí interpreta a un policía tras la pista de unos narcotraficantes que negocian con delincuentes afines a su entorno. Tras un tropiezo en la investigación se genera una tragedia que marca el destino y el camino a seguir por los dos personajes centrales de la película. Una cinta que acusa un ritmo irregular, exceso de metraje y carácter discursivo que en muchas ocasiones dificulta la comprensión perfecta de su compleja trama. Falta tensión y pulso dramático, a pesar de su buen acabado formal, y va provocando paulatinamente el desinterés a pesar de los múltiples giros que sufre su tercio final. El carisma de sus protagonistas ayuda a que el producto sea más atractivo, mientras la cámara en mano en las secuencias de acción provoca justamente lo contrario.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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