Martínez-Orts y su Film Symphony Orchestra volvieron a Fibes para la primera entrega de su programa más ambicioso, una integral de John Williams
La Film Symphony Orchestra valenciana que dirige el tan extravagante como extrovertido y dicharachero Constantino Martínez-Orts, ha conseguido definitivamente establecerse como el conjunto más entregado y espectacular en llevar la más popular música de cine a los escenarios españoles, y ahora también los portugueses, con la que es sin duda su propuesta más ambiciosa hasta la fecha. Nada más y nada menos que ofrecer en dos entregas, la próxima tendrá lugar en nuestra ciudad en marzo del año que viene, un recorrido exhaustivo por la música del más grande y reconocido compositor de cine que continúa activo, John Williams. La idea es interpretar en un mismo concierto música archiconocida del maestro norteamericano junto a otra menos divulgada o ni siquiera traducida por el propio autor en suites de concierto, como suele hacer cuando dirige sus propios programas frente a la Boston Pops en el Festival de Tanglewood.
Así pudimos disfrutar de una orquesta joven que cada vez depura más su nivel técnico y capacidad de emocionar, en piezas tan celebradas del colaborador habitual de Spielberg y la saga de las galaxias, a la que la FSO ya dedicó una integral completa en una de sus últimas temporadas, como Superman, Tiburón o Harry Potter, junto a otras menos populares como La ladrona de libros o Mi amigo el gigante. Dos obras en forma de suite en las que Martínez-Orts desplegó una inusitada sensibilidad traducida en un fuerte lirismo que la cuerda salvó de forma harto satisfactoria. También el medley elegido de Lincoln se benefició de esta capacidad para emocionar de un conjunto que también desplegó fuerza y vitalidad en la muy étnica El mundo perdido: Jurassic Park, y la trepidante Obertura de Los cowboys, seguramente el primer trabajo para el cine del que John Williams preparó una suite de concierto, allá por los años setenta del pasado siglo. Precisamente de esa década echamos de menos su decisiva contribución al entonces tan en boga cine de catástrofes, como Terremoto o El coloso en llamas.
En el apartado de solistas debemos destacar el excelente trabajo del trompetista Javier González Iglesias en la fanfarria Summon the Heroes compuesta para los Juegos Olímpicos de Atlanta, y para la que el director no dudó en colocar toda la sección de metales en primera línea, logrando todos ellos un trabajo muy estimulante. También en Nacido el 4 de julio González Iglesias logró acercarse sin complejos al trabajo de Tim Morrison, primer trompeta de la Boston Symphony, al que Williams dedicó los dos trabajos aludidos. Por su parte, el violinista Sean Lucas Mejías realizó una labor sobresaliente como solista de La lista de Schindler, un cometido en el que incluso algunos grandes como Joshua Bell o Janine Janssen no han conseguido emular a su intérprete originario, Itzhak Perlman. Martínez-Orts, que como siempre estructura su concierto como si fuese un programa de radio en el que él mismo introduce los temas con una verborrea vertiginosa, imprimió de nuevo un notable lirismo en Hook, una pieza que se ha convertido en recurrente en sus conciertos, y logró versiones impecables de Un horizonte muy lejano, la marcha de 1941, La rebelión renace del último episodio de Star Wars, el manciniano tema principal de Atrápame si puedes y el Scherzo para motocicleta de Indiana Jones y la última cruzada. Lástima que la amplificación obligada de Fibes reste fuerza y relieve al conjunto, que como otras veces terminó la fiesta a ritmo de la marcha imperial y, ya con todos bailando sobre el escenario, el divertido Cantina Band.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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