Estados Unidos 2018 99 min.
Dirección Lasse Hallström y Joe Johnston Guión Ashleigh Powell, según el cuento de E.T.A. Hoffman Fotografía Linus Sandgrem Música James Newton Howard Intérpretes Mackenzie Foy, Keira Knightley, Helen Mirren, Morgan Freeman, Eugenio Derbez, Matthew Macfadyen, Miranda Hart, Ellie Bamber, Jayden Fowora-Knight, Richard E. Grant, Anna Madeley Estreno en Estados Unidos 2 noviembre 2018; en España 31 octubre 2018
De vez en cuando Disney se embarca en la realización de extravagancias en las que poder desplegar su vocación artística, aunque en el proceso no abandone su ambición económica desmedida, pero sin que ésta resulte una prioridad. Con un guiño inequívoco a Fantasía, donde Stokowski dirigía frente a la Orquesta de Filadelfia, entre otros fragmentos clásicos, una suite del ballet El cascanueces de Chaikovski (aquí es la silueta de Gustavo Dudamel, que dirige gran parte de la banda sonora de la película, la que emula ese momento estelar del imaginario Disney), la factoría dirige su mirada hacia el más famoso de los cuentos que escribiera Hoffman a principios del siglo XIX. Un clásico que el compositor ruso convertiría en uno de los ballets más celebrados de la historia, y que desde entonces suele animar las Navidades del mundo occidental. Disney, como El Corte Inglés, ha adelantado tan entrañables como manipuladoras fechas dos meses nada más y nada menos, y nos presenta una versión que toma el referente como mero pretexto para contarnos una vez más la sempiterna lucha entre el bien y el mal, convirtiendo los artilugios mecánicos y animalitos que Hoffman describía en su cuento en integrantes de ejércitos que, comandados por una niña más cerca de la Alicia reciente que de Clara Stahlbaum (en el original la protagonista se llama Marie, que aquí es el nombre de su madre), luchan para reponer la armonía en el mundo conocido. Empieza bien, presentándonos a una heroína, mujer en la pubertad, que demuestra un ingenio, una inquietud, una inteligencia y una habilidad extraordinarias. El soldado de juguete, el cascanueces del título, lo incorpora un chico de color. Va bien la cosa, pero sólo durante unos veinte minutos, porque después nuestro interés cae en picado frente a tanta supuesta creatividad artística, escenarios fantásticos generados, como el Londres victoriano con el que arranca la cinta, por ordenador, y tanta presunta fantasía archivista, con el mismo objetivo de siempre, recrear de nuevo esa lucha entre el bien y el mal a antojo de la idiosincrasia disneyiana. Dos directores competentes, Lasse Hallström (Un viaje de diez metros, La pesca del salmón en Yemen) y Joe Johnston (Jumanji, Capitán América) se ponen tras la cámara con piloto automático, mientras un elenco en el que sobresalen algunas viejas glorias pretende sumar calidad al asunto. No es una adaptación del ballet, que sí hizo en 1993 Emile Ardolino, el director de Dirty Dancing, basándose en la coreografía de Balanchine y con Macaulay Culkin interpretando al cascanueces, pero sí presta mucha atención a la música y la danza, con coreografías inspiradas directamente en Petipa y la aportación de la estrella del American Ballet Misty Copeland animando entre otras secuencias la de los títulos de crédito finales. Lang Lang aporta su enérgico pianismo y Dudamel dirige una espectacular partitura en la que James Newton Howard intercala fragmentos muy reconocibles del ballet de Chaikovsky. Para rematar Andrea Bocelli presenta junto a su hijo Matteo el single de su nuevo disco en los títulos finales. Todo muy de qualité de pacotilla.
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