Dirección Miguel Ángel Vivas Guión Miguel Ángel Vivas y Alberto Marini Fotografía Pedro J. Márquez Música Fernando Vacas Intérpretes José Coronado, Pol Montañés, Ana Wagener, Sergio Castellanos, Asia Ortega, Ester Expósito, Sauce Ena, Luis Bermejo, Vicente Romero, Marco H. Medina Estreno en el Festival de Valladolid 20 octubre 2018; en salas comerciales 9 noviembre 2018
Después de haber realizado un par de películas en Estados Unidos (Extinction, Inside) y de haber dirigido un par de series televisivas, Vivir sin permiso entre ellas, en la que coinciden los dos protagonistas de esta película, Miguel Ángel Vivas rueda por completo en su ciudad natal, Sevilla, un thriller intenso e incómodo en el que la ambición desmedida del cineasta malogra gran parte de sus posibilidades. Podríamos definirla como una presunta vuelta de tuerca a los justicieros de la noche tipo Charles Bronson, cuya premisa parece estar sacada de la boca de Belén Esteban, yo por mi hijo mato. Coronado es el padre zombi de un joven al que una paliza fuera de una discoteca lo deja en coma. El realizador utiliza todos los trucos a su alcance para que la trama fluya más a golpe de guión que de forma natural. Con el tema de la incomunicación como base, no duda en mostrarnos una familia bien, acomodada, en el seno de la cual padre e hijo parecen tener una relación idílica, mientras la madre ocupa un segundo puesto prácticamente invisible, y la hermana guarda secretos propios y ajenos que no se entienden en un entorno tan educado y consciente. De nada sirve la camaradería entre padre e hijo, representada por ejemplo en largos paseos corriendo a la vera del Guadalquivir bajo el Puente del Alamillo, porque es en la incomunicación donde reside la tragedia de un hombre que llega a límites imposibles por tal de vengar el sufrimiento de su hijo. En una coctelera que no parece tener fin Vivas introduce todos los males generacionales modernos, desde la violencia machista a la costumbre de grabar palizas y violaciones, violencia en hospitales, droga y demás lindezas que surgen en un guión plagado de golpes de efecto con la intención de dar motor a una trama desasosegante y amoral en todos los sentidos. Una lástima, porque hay ritmo, tensión, interpretaciones correctas y una atmósfera inquietante que no sirven sin embargo para dar coherencia y legitimidad a un producto lastrado por los caprichos de un guión que mira a muchos sitios pero no convence lo suficiente y exhibe una falta de moralidad alarmante, aunque su intención sea precisamente denunciarla. Quiere denunciar el machismo, y es machista; quiere denunciar la violencia, y es violenta; quiere mostrar la incomunicación pero se equivoca de ambiente. En fin, fracasa en sus intenciones aunque triunfará entre quienes busquen experiencias adrenalíticas.
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