NO TE SUPE PERDER Don Juan vuelve del infierno

España 2018 94 min.
Dirección Manuel Benito del Valle Guión Manuel Benito del Valle y Salvador Navarro, según la novela del segundo Fotografía Manuel León Música Álvaro Rodríguez Barroso Intérpretes Marisol Membrillo, Aníbal Soto, Hieman Casado, María Luisa Barrera, Carmen Tamayo, Ana Cremades, Antonio Raposo, Elena Larios, Rubén Carballés, Álvaro Pérez

Siete años se ha llevado esta película en el cajón, y quizás debiera haberse quedado ahí, si no fuera porque estamos prácticamente seguros de que algún día se convertirá en película de culto, lo que bastaría y sobraría para haber hecho el esfuerzo de verla. Su director, Manuel Benito del Valle, apenas había dirigido un par de documentales, uno sobre boxeadores en Cuba (Knockoutkuba), cuando se adhirió al sistema de crowdfunding para llevar a cabo este proyecto, antes incluso de que el Culebra y el Cabesa se erigieran en pioneros de ese modo de financiación, claro que ellos estrenaron El mundo es nuestro antes. Una vez montada y con la música puesta aunque sea fuera de lugar y la mayoría de las veces de forma machacona, aún se barajan fechas de estreno, aunque mucho nos tememos que no será en una pantalla de cine donde triunfará, si es que lo hace. Las redes sociales y otros sistemas de distribución se encargarán de que el festín que propone la película llegue al mayor número de frikis posibles. Basada en una novela de Salvador Navarro, impulsor del proyecto junto a su director, No te supe perder aborda en la Sevilla que veía alzarse poco a poco su primer y hasta ahora único rascacielos, una trama de violencia de género y vidas cruzadas que a poco que se piense no es más que una versión actualizada de Don Juan en la Sevilla que le vio nacer como mito e icono sexual. Lo malo es que la actualización sólo lo es en la superficie, porque está ambientada en época actual, pero en el fondo todo sigue igual aunque la intención sea justamente la contraria. Las mujeres siguen cayendo rendidas al macho semental, son incapaces de cuestionarlo y si lo hacen no tiene consecuencias, y él campa a sus anchas robando corazones y borrando obstáculos, con trauma infantil incluido que lejos de justificar su comportamiento lo hace más injustificable. Pero esto es ponerse muy serio y no explica por qué creemos acabará siendo un film de culto. Los motivos los encontramos en una puesta en escena que se empeña en ofrecer signos de autoría que resultan ridículos, frases de guión risibles, interpretaciones imposibles, montajes paralelos sin relación ni coherencia, situaciones ridículas, personajes sin cocer, recursos pobres que se intentan disimular sin pudor y con poco ingenio. En fin, para reír y no parar; aunque hay que reconocer que en su preestreno en el Teatro Alameda de Sevilla el público guardó un respeto absoluto, tanto que pareciera estuvieran viendo un thriller erótico absorbente y una denuncia machista certera, justo lo que no supimos ver quienes intentamos reprimir nuestra risa para no molestar al resto.