USA 2018 128 min.
Dirección Spike Lee Guión Spike Lee, Kevin Willmott, David Rabinowitz y Charlie Wachtel, según el libro de Ron Stallworth Fotografía Chaysie Irvin Música Terence Blanchard Intérpretes John David Washington, Adam Driver, Topher Grace, Laura Harrier, Ryan Eggold, Corey Hawkins, Robert John Burke, Jasper Pääkkönen, Ashlie Atkinson, Brian Tarantina, Frederick Weller, Michael Buscemi, Paul Walter Hauser, Nicholas Turturro, Harry Belafonte, Alec Baldwin Estreno en el Festival de Cannes 14 mayo 2018; en Estados Unidos 10 agosto 2018; en España 31 octubre 2018
Es difícil seguir el rastro de Spike Lee, después de que tantos trabajos suyos hayan pasado desapercibidos, o directamente ni siquiera lo hayan hecho, por nuestras pantallas. Prácticamente no sabíamos nada de él desde Plan oculto; Oldboy apenas tuvo repercusión y el resto, incluidos los largometrajes Miracle at St. Anna y Chi-Raq o sus trabajos sobre Michael Jackson ni se han estrenado. Su regreso sin embargo se antoja lo mejor que ha hecho desde La última hora, y guarda considerables semejanzas con Nadie está a salvo de Sam (Summer of Sam) en cuanto a la reconstrucción épica de una época y unos acontecimientos criminales. BlacKkKlansman cuenta la necesaria e increíble historia de Ron Stallworth, el primer oficial de policía negro de Colorado Springs, que a principios de los setenta del pasado siglo logró infiltrarse en el Ku Klux Klan con la hilarante ayuda de un alter ego, otro detective que para más inri era judío. Material de primera para hacer una apasionante película policíaca que a su vez es crónica histórica contemporánea, análisis de un pueblo (o dos) y comedia, pues el director de Haz lo que debas, que sabe manejar holgadamente los recursos del género, acierta en el tono que quiere dar a su película, la hace sumamente entretenida y ridiculiza a esos americanos pro Trump aún a sabiendas de que esconden una perversidad siniestra. Con una ambientación extraordinaria y una clara intención de homenajear el cine y la música de la Blaxploitation, el director afroamericano sienta ya las bases de su discurso en un arranque en el que la famosa secuencia de Scarlett buscando a Ashley entre los muertos y heridos en la estación de ferrocarril en Lo que el viento se llevó, sirve para mostrar esa cultura sureña que ha quedado fijada en el imaginario de un considerable sector de la población estadounidense y se perpetúa peligrosamente a lo largo de las décadas, aún más con un psicópata sin formación sentado en la Casa Blanca. Tras dicha secuencia Alec Baldwin muestra a través de falsos noticiarios la imagen despectiva cultivada sobre la población de color en los cincuenta y sesenta, mientras Harry Belafonte protagoniza una áspera secuencia en la que relata con detalle el ajusticiamiento de un falso culpable negro a principios del siglo XX, así como el éxito cosechado por el clásico El nacimiento de una nación de D.W. Griffith, obra maestra absoluta a pesar de albergar un inequívoco mensaje de odio hacia la población ilegalmente secuestrada desde su África natal. Con todos estos lujosos ingredientes, Lee consigue una película directa y precisa, vehículo por supuesto para sus proclamas, sermones y propaganda, pero quién se atreve a discutir que todo eso no sea necesario, y él lo hace tan bien y con tanto respeto, a pesar del tono burlón del conjunto, que a los demás sólo nos queda aplaudirle. En Cannes al menos lo entendieron así y no dudaron en otorgarle el Gran Premio del Jurado.
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