Italia-Suiza-Francia-Alemania 2018 125 min.
Guión y dirección Alice Rohrwacher Fotografía Hélène Louvrant Intérpretes Adriano Tardiolo, Agnese Graziani, Luca Chikovani, Alba Rohrwacher, Sergi López, Natalino Balasso, Tommaso Ragno, Nicoletta Braschi, Leonardo Nigro Estreno en el Festival de Cannes 13 mayo 2018; en Italia 31 mayo 2018; en España 9 noviembre 2018
Sería una lástima que entre tanto bodrio sobredimensionado esta hermosa película pasara desapercibida. Y lo sería porque su realizadora, la joven Alice Rohrwacher que ya nos deslumbró con su visión del mundo rural y nuestras raíces en El país de las maravillas, insiste ahora con más acierto aún en ambientar su entrañable historia entre bíblica y contemporánea en ese ambiente primitivo de resonancias medievales, en el que la aristocracia oprime al débil, que a su vez oprime al más débil de la manada. Sólo que en esta ocasión el débil no lo es por tal, muy al contrario exhibe mucha fuerza y disposición, sino por su enorme bondad, lo que le convierte en blanco de abusos de los que en su generosidad ni siquiera es consciente. Rohrwacher hace gala de una enorme clarividencia al urdir una trama singular, merecidamente reconocida con el premio al mejor guión en Cannes, reposada, meticulosa y muy observadora de una realidad que puede parecer exagerada en estos tiempos, pero que en realidad funciona perfectamente como metáfora de la más rabiosa actualidad, la de la opresión de las clases más desfavorecidas en privilegio de las intrigas económicas y financieras que nos azotan. No es casual que la atmósfera que retrata la directora italiana se asemeje tanto a una época medieval en la que el señor feudal poseía todos los recursos materiales y humanos, explotaba al campesino y monopolizaba la economía. Aquí lo hemos tenido hasta bien reciente, e incluso una de las ciudadanas más laureadas y encumbradas de nuestra ciudad, la Duquesa de Alba, seguía explotando esos privilegios feudales mientras se divertía exportando el nombre de la ciudad dicen que por todo el mundo. Lazzaro es un trasunto de muchos personajes bíblicos, que a su paso va generando justicia e igualdad, milagros en una sociedad moderna que sólo mira a la supervivencia propia, sin importarle la desgracia ajena y no haciendo nada por restablecer la justicia social que tanto costó lograr y tan poco perder. Un personaje tremendamente bueno al que da vida con físico rollizo y mirada bondadosa un joven actor, Adriano Tardiolo, cuya presencia así como la de la mitad de los intérpretes recuerdan al imaginario de Pasolini, de la misma manera que muchas de sus propuestas dramáticas y cómicas lo hacen al cine de Fellini. Dos logros así en una misma película, recuperar la memoria del mejor cine italiano y exhibir con clara vocación poética y una extraordinaria fuerza emocional los grandes problemas que fustigan nuestra sociedad supuestamente sofisticada y moderna, desde la inmigración a la nueva esclavitud pasando por los crímenes de la banca, la especulación y demás desmanes políticos y engaños globales. Sólo podemos reprocharle el final que le asigna al personaje y a la trama, que conviene no desvelar para que lo descubran ustedes y juzguen por sí mismos.
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