Dirección Todd Phillips Guion Scott Silver y Todd Phillips, según los personajes de DC Comics Fotografía Lawrence Sher Música Hildur Gudnadóttir Intérpretes Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Brendan Gleeson, Catherine Keener, Zazie Beetz, Steve Coogan, Harry Lawtey, Leigh Gill, Bill Smitrovich, Jacob Lofland, Ken Leung, Sharon Washington Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2024; en Estados Unidos y España 4 octubre 2024
Cinco años han pasado desde que Todd Phillips, el responsable de la saga Resacón en Las Vegas, elevó a los altares de la intelectualidad política y social a un personaje de cómic tan carismático como el Joker, antagonista clásico de Batman. Por primera vez el universo comiquero convencía a propios y extraños, enganchando a habituales desinteresados de todo lo que oliese a tebeo de superhéroes. Y es que ahí el personaje pasaba a convertirse en un personaje real, de carne y hueso, que representaba a todo lo que de marginal y trastornado estamos acostumbrados y acostumbradas a ver en nuestras ciudades, y algo en lo que podríamos convertirnos sometidos como estamos a tanta presión en nuestra rutina diaria. La operación salió triunfante, convirtió a Phillips en un realizador serio y respetado, brindó a Joaquin Phoenix esa interpretación sobresaliente que le valió el Oscar, fue un rotundo éxito de taquilla y logró el León de Oro de Venecia a pesar de tratarse de un film en principio en las antípodas del cine de autor que suele triunfar en certámenes cinematográficos.
Quedaba todo dicho en relación al desdichado y solitario personaje, y estirar el chicle se revelaba una operación arriesgada. Pero no contentos con el reto, sus responsables aún han arriesgado más y han convertido su secuela en un musical, con todo lo que de veneno para la taquilla tiene el género, en proporción directamente inversa al éxito que cosechan en los escenarios. La presencia de Lady Gaga dando vida a Lee Quinzel, más adelante conocida como Harlequin, justifica el proceso, y garantiza cierto éxito comercial, aunque su registro aquí se acerque más al revival al que nos ha acostumbrado desde que decidió entonar las canciones de Sonrisas y lágrimas en los Oscar y hacer dúos con Tony Bennett, que al pop que le encumbró a la fama hace ya un buen puñado de años. Ella continúa afianzando esa carrera en el cine que muchas de su gremio hubieran deseado, pero no hace sombra a un Phoenix de nuevo deslumbrante en todos sus cometidos, incluso el de cantante capaz de definir su controvertido y complejo personaje a través de siniestras y distorsionadas versiones, solo o a dúo con la diva, de clásicos como That’s Entertainment (Fred Astaire y compañía), Bewitched (de Pal Joey), If My Friends Could See Me Now (de Sweet Charity), Get Happy o I’ve Got the World on a String (Judy Garland), Close to You (Burt Bacharach), When You’re Smiling (Louis Armstrong), For Once in My life (Stevie Wonder), If You Go Away (Nina Simone) o That’s Life (Frank Sinatra). Lástima que prescinda de los grandes números musicales que se esperan del género, apuntado en alguna secuencia dispersa de baile, pero resuelta con recursos mínimos y decorados muy discretos. Destaca la partitura original de Hildur Gudnadóttir, tan oscura, retorcida y atmosférica, de resortes medievalistas, como la que le valió el Oscar hace un lustro.
Todo se apuesta por lo tanto al carisma de sus personajes, y una vez más a diseccionar esa condición de solitario que se convierte en motor de un trastorno emocional de gigantescas proporciones, ahora multiplicado por el encierro carcelario, al que sólo el amor parece poder redimir, aunque siempre aceche la amenaza de la doble personalidad, la de Joker capaz de fascinar a masas e individuos, y la del pobre Fleck amargado, que tanto rechazo provoca, y finalmente condenado como suele hacerse con este tipo de personajes, creyendo que la mejor redención es el sacrificio, aunque al final un nuevo éxito pueda motivar a sus guionistas para inventar otra secuela. Pero al final, como reza su publicidad y una de las estrofas más reconocibles de That's Entertainment de Arthur Schwartz y Howad Dietz, el mundo es un escenario (y el escenario un mundo de entretenimiento). Sólo así podemos a veces escapar de nuestras miserias; ya nos lo dijo Herbert Ross hace cuarenta años en Dinero caído del cielo. Pero el mayor logro sigue siendo ofrecer a quienes esperan tanta violencia, un musical romántico y nostálgico, y salir airoso. Ya lo dice la canción de Burt Bacharach, lo que el mundo necesita es amor, más que armas y violencia, y ahora, una vez más, más que nunca. Como curiosidad, algún final alternativo debía tener la película, porque echamos en falta una secuencia del tráiler en la que la pareja baja las escaleras del juzgado bailando con gesto triunfante.
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