Reino Unido-USA-Francia 2024 140 min.
Guion y dirección Coralie Fargeat Fotografía Benjamin Kracun Música Raffertie Intérpretes Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid, Oscar Lesage, Gore Abrams, Edward Hamilton-Clark, Tom Morton, Christian Erickson, Robin Greer, Hugo Diego Garcia Estreno en el Festival de Cannes 19 mayo 2024; en Reino Unido y Estados Unidos 20 septiembre 2024; en España 11 de octubre 2024
Desde su estreno en el Festival de Cannes, donde se alzó con el premio al mejor guion, lo que demuestra lo mucho que los jurados dejan de desear, la nueva película de la presuntamente atrevida realizadora francesa Coralie Fargeat, ha generado mucha expectación, y así pudimos constatarlo en nuestra sesión. Saludada casi unánimemente como un ejercicio de estilo, tan atrevido en la forma como en el fondo, una supuesta proclama feminista, no deja de sorprendernos que para ello se hayan adaptado a la mujer mitos masculinos tan infames como Dorian Gray o Fausto, por citar sólo un par de ellos, literarios para más señas. Queda tanto camino por recorrer en la lucha por la igualdad y el respeto a los derechos de la mujer, que tomar como referentes tan nauseabundos personajes nos parece un disparate. Claro que de disparate, divertido eso sí, va toda la función, un gran guiñol con el que Fargeat redunda en su obsesión por la eterna juventud y la belleza inmarchitable, como ya hizo en su anterior película, creo que inédita entre nosotros, Reality+, donde un chip nos hacía más bellos y bellas durante apenas doce horas.
Ahora, retomando argumentos ya explotados en cintas a nuestro juicio más logradas, como Plan diabólico o La muerte os sienta tan bien, y con préstamos de trabajos como Titane o Carrie, la realizadora sumerge a una impagable Demi Moore, lo mejor de la película junto a los esmeradísimos efectos especiales y un maquillaje que podría ganar el próximo Oscar, en una pesadilla larga y contundente como consecuencia de la sempiterna y presunta obsesión de las mujeres por extender su belleza hasta el infinito, algo que la propia estrella exhibe con sus múiltiples retoques. Cierto es que se trata de denunciar cómo la belleza en la mujer sigue siendo condición indispensable para triunfar en ciertos ámbitos, especialmente artísticos, mientras el hombre no necesita de momento demostrar nada en ese sentido. Ya lo decía Dee Wallace en 10, la mujer perfecta: ¿por qué el hombre cuanto más maduro es, más atractivo resulta, mientras la mujer sólo es más vieja?. Sin embargo, somos de la opinión de que estos arquetipos hace tiempo que deberían haber sido superados, y mucho menos oportuno nos parece haberlos convertido en pretexto para una sucesión de secuencias a cual más atrevida y desagradable, aunque a algunos sólo nos provoca risa, y no precisamente nerviosa.
No podemos pasar por alto la frescura de Margaret Qualley, descubierta en Érase una vez en Hollywood y expuesta a parecidos excesos en Pobres criaturas, así como la carta blanca ofrecida a Dennis Quaid para que sobreactúe aún más de la cuenta. Desconocemos, por otra parte, el motivo por el que un horripilante monstruo se maquilla al ritmo de Vértigo de Bernard Herrmann, de la misma forma que nos irritan los múltiples convencionalismos de guion. Podemos aceptar una trama de fantasía, pero no detalles como que el vecino parezca salido de Aquí no hay quien viva, cuando se supone que habitan un edificio de altísimo standing en Los Angeles, que la estrella del paseo de la fama quede sepultada bajo ¡la nieve!, que una Demi Moore que no pisa la calle cocine todo tipo de viandas o que nadie se encargue de la limpieza de tan tremendo piso, una vez arranca el meollo de la trama, en aras a no encontrar el secreto que esconde el cuarto de baño.
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