lunes, 20 de octubre de 2025

LA DEUDA El trabajo de un buen hombre

España-Rumanía 2025 115 min.
Guion y dirección
Daniel Guzmán Fotografía Ibon Antuñano Música Richard Skelton Intérpretes Daniel Guzmán, Itziar Ituño, Susana Abaitua, Rosario García, Luis Tosar, Mona Martínez, Francesc Garrido, Fernando Valdivieso Estreno en el Festival de Málaga 14 marzo 2025; en salas 17 octubre 2025

Igual que en su ópera prima como director, A cambio de nada, contó con la colaboración como actriz de su abuela Antonia, Daniel Guzmán cuenta ahora con otra viejecita, Rosario García, para contarnos una entrañable y dura película sobre desheredados de la sociedad. Guzmán interpreta a un pobre hombre al que la suerte siempre le da esquinazo, que se encarga de cuidar y mimar a la anciana que le ha educado y mantenido, pero a quien un giro del azar convierte en paria de la sociedad, perseguido por bancos desahuciadores, policías intransigentes y una justicia que sigue demostrando no ser igual para todos. 
La deuda es el trabajo de una buena persona, de alguien que se preocupa por el prójimo, especialmente los más vulnerables, denuncia la injusticia social y se compromete con valores que muchos se apresurarán a tildar de ingenuos y productos del buenismo más ridículo. En el camino, Guzmán comete algún desvarío, que tanto vale como tropiezo del director, que mala decisión del personaje, si bien hay aspectos que no funcionan en una historia que quiere dejar todos los cabos bien atados.

Rodeado de buenos amigos, como Luis Tosar, el actor y director consigue conmover e interesar, gracias a una hábil combinación de cine social y cine de acción bien resuelto incluso en su aspecto técnico. La conmovedora interpretación del protagonista, uno de esos personajes con los que a buen seguro nos cruzamos a diario y no prestamos atención, y de quienes le rodean, especialmente sus tres protagonistas femeninas, logran un film emotivo y de extrema sensibilidad, aunque acabe por sucumbir a la falta de esperanza y de soluciones en un mundo hecho sólo para los más fuertes y despiadados.

Un mundo que necesita de gente desgraciada, aunque sólo sea para que los privilegiados se sientan como tales. Eso explicaría un par de elocuentes y recurrentes localizaciones, barrios o polígonos marginales, sucios y cochambrosos, a las puertas de la opulencia que representan las Torres Puerta de Europa, o esos cuatro rascacielos que tanto se retratan en Madrid, en los que se asientan algunas de las entidades bancarias más poderosas e influyentes.

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