viernes, 8 de abril de 2022

SOUSTROT TAMBIÉN DOMINA BRAHMS

7º concierto de abono del ciclo Gran Sinfónico de la Temporada nº 31 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Marc Soustrot, dirección. Programa: Sinfonías nº 1 en Do menor Op. 68 y nº 2 en Re mayor Op. 73, de Brahms. Teatro de la Maestranza, jueves 7 de abril de 2022

Foto: Guillermo Mendo

No puede estar dando mejores frutos el trabajo de Marc Soustrot y Michel Plasson frente a la Sinfónica de Sevilla. El segundo como director de honor nos ha dejado hace apenas un par de semanas un Pelléas y Melisande de antología, mientras del director titular, acostumbrados como estábamos a disfrutarlo generalmente en programas de música francesa, estamos descubriendo que es un todo terreno, capaz de enfrentarse a páginas como las de este programa de abono con la misma solvencia y creatividad que asoman en su repertorio habitual. Quizás sea el ciclo sinfónico de Brahms el que más veces ha acometido nuestra Sinfónica. Su brevedad y popularidad ayudan, de hecho la onomástica, esos ciento veinticinco años de la muerte del compositor que se cumplen este año, sirve también para intentar llenar aforo con piezas tan populares como estas, si bien está claro que la crisis nos está escatimando la alegría de ver el Maestranza lleno.

Independientemente del ciclo completo, la Primera de Brahms podría ser perfectamente la obra, junto a la Titán de Mahler, que más veces ha interpretado la ROSS, lo que en la mayoría de los maestros y maestras del conjunto podría traducirse en dominio total de la partitura. De ella Soustrot ofreció una versión matizada hasta el extremo, destacando esa fuerza de la Naturaleza que gravita sobre todo el pentagrama y que se traduce en momentos de exultante monumentalidad. Su arranque súbito y solemne gozó del tempo justo, ni muy rápido ni muy lento, mientras el allegro inicial se desarrolló entre texturas granulosas y sin muchas sorpresas. Fue en el andante donde atisbamos ya muestras de distinción, ahondando en calidez y expansión, con cuidado por el detalle y un exacerbado romanticismo sin caer en la blandura ni el ensimismamiento. En este punto merece destacarse una vez más el equilibrado y sensual trabajo de la concertino Alexa Farré Brandkamp. Un tercer movimiento imbuido de gracia y esos aires plácidos y pastorales que le caracterizan, dio paso al monumental movimiento final, con un trabajo excelente de los trombones y delicado a los timbales, pero sobre todo una intervención llena de nostalgia y magia de la trompa. De ahí a un allegro coral elegante y perfectamente articulado, y esa triunfante conclusión en la que Soustrot no cargó las tintas para mantenerse en ese nivel de distinción en el que el diálogo entre humanidad y naturaleza se hizo más patente.

Se tiende a comparar la Sinfonía nº 2 con la nº 1 destacando el carácter trágico de esta frente al más distendido y supuestamente alegre de la que compuso en 1877. Soustrot sin embargo se declinó por una versión menos complaciente de la pieza, extrayendo todo el potencial que tiene la orquesta en la cuerda grave, aumentando el músculo de los siempre ejemplares violonchelos y contrabajos de la orquesta. Tras un sobrecogedor intercambio de maderas y trompas en el allegro inicial, el adagio se tradujo en un trabajo cautivador de la melodía, un bálsamo informado de belleza e intención que recorrió cada familia instrumental con todo el cariño que demanda la excelsa partitura. Tras el agradable y breve tercer movimiento, en el allegro final nos dejamos ya definitivamente arrastrar por su incomparable belleza y sensación de bienestar, hasta su resplandeciente conclusión resuelto con elocuentes escalas ascendentes y descendentes en trombones y trompetas. Otro diálogo y enfrentamiento entre el Hombre y la Naturaleza, más explícito aquí con el sonido de las maderas, flautas y clarinetes, y trompas emulando los trinos de los pájaros, y esa atmósfera de puro lirismo a la que Soustrot además fue capaz de añadir un toque dramático que nos abrió los sentidos a una forma de abordar esta sinfonía sin prescindir de elementos oscuros (disonancias en las trompas) y trágicos. Las sinfonías tercera y cuarta sonarán en junio.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

Estreno en salas de PARÍS, DISTRITO 13, EL HOMBRE QUE VENDIÓ SU PIEL y VACA

Reseña de París, Distrito 13, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2021

Reseña de El hombre que vendió su piel, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2020

Reseña de Vaca, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2021

jueves, 7 de abril de 2022

MASS El poder de la palabra y el diálogo

USA 2021 110 min.
Guion y dirección
Fran Kranz Fotografía Ryan Jackson-Healy Música Darren Morze Intérpretes Jason Isaacs, Martha Plimpton, Ann Dowd, Breeda Wol, Michelle N. Carter, Kagen Albright Estreno en el Festival de Sundance 30 enero 2021; en Canadá 15 octubre 2021; en España 1 abril 2022

Lo hemos visto como actor en películas como El bosque, La cabaña en el bosque o La torre oscura, y ahora Fran Kranz se ha pasado a la dirección, con un guion firmado también por él mismo, y los resultados son altamente estimulantes. Su experiencia también en el teatro le lleva a plantear un drama de cámara en el que prácticamente solo actúan cuatro personajes, dos parejas que se encuentran en una iglesia episcopal para exorcizar un trauma que les afecta desde dos polos radicalmente opuestos. Puede sonar a aquel Dios salvaje de Roman Polanski adaptando a Jasmine Reza, pero aquí el detonante del drama tiene una mayor envergadura, la contención domina la función y la intención es otra muy distinta. El servicio que según cada país ofrecen las instituciones o servicios jurídicos privados, consistente en confrontar las partes afectadas en un duelo a través del diálogo y la reflexión, se traslada aquí a una iglesia, y más concretamente a una habitación preparada para eso y presidida por un gran crucifijo, en lo que es toda una declaración de principios e intenciones, pues conceptos tan religiosos y castrantes como la culpa y el perdón se erigen aquí en cuestiones sujetas al análisis y la crítica.

El detonante es una de esas tragedias muy americanas y algunos de los grandes pecados, puestos a utilizar terminología judeocristiana, que acucian a una sociedad que en su opulencia y soberbia provocan preocupantes enfermedades sociales. Pero aquí lo que verdaderamente importa es la palabra como medio para el diálogo y el entendimiento. Cada parte persigue un fin, y la palabra se convierte en el arma para conseguirlo. Se trata pues de una reclamación de diálogo en lugar de violencia, de comprensión en lugar de obcecación, de evitar males mayores cuando la cultura, la educación y el sentido común nos han regalado instrumentos para paliar las consecuencias de nuestras acciones y emociones. En este proceso catártico juegan un papel fundamental las magníficas interpretaciones de sus cuatro protagonistas, trabajos muy por encima de los que este año han merecido reconocimientos en forma de premios y nominaciones, especialmente en unos Oscar más decrépitos cada temporada. En este sentido merece destacarse la recuperación de Martha Plimpton, protagonista de Los Goonies cuando aun era una niña.

También merece destacarse el trabajo de Kranz al guion, por su capacidad para someter a un delicado análisis estos conceptos tan asociados a la religión, entre los que también se encuentra la confesión, y que tanto daño hacen a nuestro desarrollo como seres humanos capaces de afrontar la tragedia desde unos parámetros más conciliadores. Finalmente juega también un papel importante el espacio, bien sea esa iglesia y s particular habitáculo, rodeado de naturaleza, quietud y espiritualidad, con aquel campo de fútbol oscurecido y filmado en un elocuente formato cinemascope, el mismo que preside la pantalla una vez entrada la fase final de catarsis y liberación, tras dos primeros tercios en formato más reducido y compacto (16:9). Toda esa riqueza dramática y estructural se encuentra en esta película cuya título invita ya a la reflexión, que igual se traduce por misa, reunión o masificación, tres conceptos presentes en tan elocuente e inmersiva ópera prima. Presentada en Sundance, obtuvo en el Festival de San Sebastián el premio del jurado joven.

martes, 5 de abril de 2022

ALEXANDRA DOVGAN CON DISCIPLINA Y DETERMINACIÓN

Cita en Maestranza. Alexandra Dovgan, piano. Programa: Sonata nº 17 en re menor Op. 31 nº 2, de Beethoven; Carnaval de Viena (Faschingsschwank aus Wien) Op. 26, de Schumann; Balada nº 1 en sol menor Op. 23, Balada nº 2 en Fa mayor Op. 38, Balada nº 3 en La bemol mayor Op. 47, y Balada nº 4 en fa menor Op. 52, de Chopin. Teatro de la Maestranza, lunes 4 de abril de 2022


El caso de Alexandra Dovgan recuerda al de Eugeny Kissin, que con solo trece años dejó atónito al público de Moscú con su interpretación de los dos conciertos de Chopin. Eran otros tiempos y aquel niño prodigio no tenía que enfrentarse a los prejuicios que hoy suscita razonablemente su pueblo, cuando nos encontramos en plena invasión salvaje, injustificada e inhumana de su país al vecino. Pero ella es quizás demasiado joven para reprocharle nada, y haber justo aterrizado de un concierto en Palma de Mallorca que dedicó a los y las refugiadas de Ucrania, le redime. Pero sobre todo lo hace ser una excelente pianista, tan disciplinada y entregada que fue capaz de tocar todo el concierto, cuatro propinas incluidas, de memoria. Y aún más, fue capaz de entrar en el interior de cada partitura, analizarla y hasta deconstruirla, sin quedarse jamás en la epidermis, como si fuera una pianista muy experimentada. Si logra seguir una carrera constante y fluida, no nos cabe duda de que logrará penetrar todavía más en la música y extraerle más detalles y matices expresivos. Pero de momento ya es digna de asombro y admiración.

Su particular viaje se inició con la muy transitada Sonata nº 17 de Beethoven, que alguien bautizó como Tempestad, en parte por esa atmósfera inquietante resultado de una etapa vital algo tormentosa para el autor. Pareció que su arranque fuera algo mecánico y hasta raquítico, que careciera del nervio y el ímpetu acostumbrados, lo que no deja de ser curioso teniendo en cuenta que fue precisamente eso, el ímpetu juvenil, lo que dominó el resto del concierto. Pero a partir de ahí surgió el Beethoven dramático, de fuertes contrastes, otra característica de su estética expresiva, generando la intriga y la ansiedad que demanda la página. Tras un adagio muy sutil, meditado y sin concesiones a la mera belleza, logró que el allegretto tuviera suficiente embrujo y capacidad hipnótica, apoyada siempre en un inteligente juego de dinámicas y un fuerte contraste entre sus pasajes más líricos y los contundentes acordes que caracterizan su solemne final.

Romanticismo sin sentimentalismo

Aunque menos popular que el Carnaval Op. 9, el de Viena que Schumann compuso cinco años después está lleno de color, entusiasmo y algún que otro desafío difícil de superar incluso para cualquier pianista consagrado. Con esta especie de suite Dovgan logró un trabajo muy aseado, cristalino y metódico. Aquí asomó el virtuosismo técnico habitual en intérpretes jóvenes e impulsivos, con profusión de disonancias tan inquietantes como sugerentes, pero sin estrépitos superfluos ni agilidades desbocadas para provocar un fuerte impacto. Sorprende que no se dejara tentar ni siquiera por la profunda melancolía del breve romance, procurando en todo momento no caer en ese sentimentalismo que a menudo acompaña a estas piezas tan inequívocamente románticas. Tras un hábil y muy sincopado scherzino y un intermezzo fluido y vertiginoso, pero en el que echamos en falta una mayor dosis de emoción y sentimiento, logró con el final un trabajo muy animado y técnicamente extenuante.


Las cuatro baladas de Chopin las abordó desde la comprensión máxima, procurando penetrar en su universo poético y mezclando con habilidad elementos dramáticos y puramente líricos. Se detuvo considerablemente en los aspectos estéticos de la primera, sus numerosas innovaciones de estilo y temas expansivos, pero sin pasar de puntillas, intentando siempre entender su componente emotivo. Resultó algo más dramática, si bien no suficiente oscura ni inquieta, en la segunda, destacando como en el resto del programa sus finales llenos de ímpetu y determinación. Tras una también impecable tercera balada, logró con la cuarta otro prodigio de limpieza y variedad cromática, sorprendiendo una madurez expresiva suficientemente controlada como para no caer en el hedonismo que compaña en muchos casos la interpretación de la música del genial compositor polaco. Con el público en pie y entusiasmado, ofreció hasta cuatro propinas protagonizadas por Rachmaninov y Chopin entre otros. Su mentor, Grigory Sokolov, nos pidió que no la viéramos como una niña prodigio, sino como una consumada pianista, y así lo hicimos.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 4 de abril de 2022

ANDALESGAI (y 2)

POTATO DREAMS OF AMERICA Ejes enfrentados

USA 2021 96 min.
Guion y dirección
Wes Hurley Fotografía Vincent Pierce Música Catherine Grealish y Joshua Kohl Intérpretes Tyler Bocock, Marya Sea Kaminski, Hersh Powers, Sera Barbieri, Dan Laurin, Lea DeLaria, Jonathan Bennett, Sophia Mitri Schloss, Lauren Tewes Estreno limitado en Estados Unidos 14 enero 2022

No deja de tener su gracia esta negra crónica en clave de comedia un poco surrealista, que narra las vicisitudes de un niño ruso en la recién extinguida Unión Soviética, y su dificultad para afrontar en un ambiente abiertamente hostil su presunta homosexualidad. Algo grotesca y a la vez desenfadada, la trama se va deslizando por un universo mitad onírico mitad realista, en el que los personajes y las situaciones son caricaturas y arquetipos de la represión soviética perpetuada en la actual Rusia, donde la miseria se camufla con las ansias de poder y una política fuertemente militarizada con la que se pretende mantener cierta hegemonía en el plano internacional.

Lo llamativo es que la suerte del joven protagonista no cambia demasiado cuando emigra junto a su madre a Estados Unidos a través del procedimiento del matrimonio con un ciudadano norteamericano, adalid del machismo y la violencia cultivada en el país, donde el extremismo religioso y el puritanismo invade gran parte del ecosistema personal. Claro que al final la balanza se inclina hacia el país de las oportunidades, mientras en el camino asistimos a un espectáculo visual más que notable, sobre todo teniendo en cuenta la limitación evidente de recursos

El film ofrece también una serie de ejercicios nostálgicos que incluyen citas expresas al film gay de culto The Living End (Vivir hasta el fin) de Gregg Araki, o el cameo de Lauren Tewes, la relaciones públicas de Vacaciones en el mar, haciendo de vecina curiosa, cuyo nombre, Nina Ivanovna, es un guiño al personaje de Greta Garbo en Ninotchka. El director, Wes Hurley, ya contó la historia de este personaje al que llaman Potato en dos cortometrajes. Estrenada en circuitos LGTBI, ganó en el Festival de Madrid el premio del público.

MONEYBOYS Corazón marcado

Austria-Francia-Taiwán-Bélgica 2021 118 min.
Guion y dirección
C.B. Yi Fotografía Jean-Louis Vialard Intérpretes Kai Ko, Yufan Bai, J.C. Lin, Qiheng Sun, Chloe Maayan Estreno en el Festival de Cannes 12 julio 2021; en Francia 16 marzo 2022; en España previsto el 10 junio 2022


No es habitual que el cine nos hable de homosexualidad en China. Desde Asia, solo Filipinas y Taiwán parecen hacerse eco del colectivo, y precisamente este último participa en esta holgada producción que cuenta también con capital europeo, de ahí quizás que se note un acabado formal impecable y preciosista, mientras en su narrativa y puesta en escena apenas se atisba el carácter novel de su director.

En dos horas algo largas, se cuenta la historia de un chapero de lujo al que un acontecimiento del pasado le ha marcado emocionalmente hasta el punto de mostrarle inerte y con actitud taciturna ante cualquier eventualidad o posibilidad de amistad o romance que se le presenta. El rechazo de la familia y la persecución policial son temas que se tratan tangencialmente en este estilizado drama sobre el sacrificio, el amor y la dependencia que se pudo ver en la sección Un certain regard de Cannes y obtuvo el premio del Jurado a la mejor película en el LesGaiCineMad (Festival de cine gay y lésbico de Madrid).

Estreno en salas de PARA CHIARA

Reseña de la película, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2021
Estreno en salas comerciales 1 abril 2022

THE ORLANDO CONSORT SE RELAJA

39 Femás. Mantra: Conversaciones musicales a través del Océano Índico. The Orlando Consort: Matthew Venner, contratenor; Mark Dobell y Angus Smith, tenores; Donald Greig, barítono; Kuljit Bhamra, tabla; Jonathan Mayer, sitar; Shahid Khan, voz. Programa: Obras de Pedro Escobar, Francisco Guerrero, tradicionales y nuevas creaciones de los miembros del conjunto. Espacio Turina, domingo 3 de abril de 2022

The Orlando Consort, de izquierda a derecha Matthew Venner, Mark Dobell, Angus Smith y Donald Greig

La tenemos al lado y estamos siempre confesando lo mucho que nos gusta, pero lo cierto es que sabemos muy poco de Portugal y menos aún de su nutrida y a menudo compartida historia. De sus colonias en la India apenas conocemos nada, mucho menos de las que levantó el Reino Unido tiempo después, y de las que sin embargo estamos más alerta. Precisamente en esta propuesta de fusión se nos vino a la cabeza la banda sonora que George Fenton y Ravi Shankar compusieron para la película Ghandi seis años antes de que surgiera The Orlando Consort, y en la que la música sinfónica se mezclaba con absoluta naturalidad con el folclore indio. Resulta por lo tanto paradójico que sea precisamente un conjunto de las islas británicas el que nos acerque un poquito a esa desconocida historia, aunque sea a través de la música y de un proceso algo artificioso que no sirve sino para llevar a la práctica esa siempre atractiva técnica de la fusión. Insistimos sin embargo en la necesidad de no despojar la música de su texto, por lo que una traducción proyectada del mismo sería indispensable para completar cada una de las propuestas de este festival.

Kuljit Bhamra y Shahid Khan
La presente edición del Festival de Música Antigua de Sevilla afronta su tramo final, después de un muy nutrido fin de semana en el que el público sevillano, más proclive ahora a visitar iglesias y prepararse a respirar ambiente semana santero, ha podido degustar delicatesssen como las pasiones de Gaetano Veneziano de la mano de Antonio Florio y la Cappella Napoletana, las cantigas en versión de Hana Blazíková y Barbora Kabátkova en el Alcázar, la polifonía del grupo local A5 Vocal Ensemble, los maestros de la Capilla Real de la mano de Leo Rossi y Alejandro Casal, o una nueva cita en la calle con Ministriles Hispalensis. The Orlando Consort cerró este penúltimo fin de semana con una propuesta muy particular. Llevan más de treinta años sobre los escenarios, y de sus miembros fundadores solo quedan Angus Smith y Donald Greig, que junto a otras dos voces más jóvenes y quizás rutilantes, y un trío de música autóctona india, nos acercaron a ese hipotético mundo transoceánico en el que los religiosos del país luso pretendían cristianizar a la población nativa a través de sus cantos, a menudo adaptando al latín y a los evangelios las melodías con las que la gente del lugar estaban más familiarizadas. De ese proceso derivó una noche protagonizada fundamentalmente por el arte de la fusión y el exotismo que proporciona el sitar, la tabla y la voz profusamente ornamentada y sensualmente modulada del joven Shahid Khan.

Jonathan Mayer
En las idas pudimos apreciar el armonioso trabajo vocal del conjunto británico, en el que sobresale el timbre y la potencia del contratenor Matthew Venner, lamentando por otra parte los achaques del veterano tenor Angus Smith, y celebrando la todavía bien colocada y mejor proyectada voz del barítono Donald Greig. Y por encima de ellos la hermosa, en estilo y elegantemente fraseada del tenor Mark Dobell. Así afrontaron una página del renacentista portugués Pedro de Escobar y un motete del hispalense Francisco Guerrero, que alternaron con cantos e himnos indios hasta alcanzar en el ecuador la fusión que sirvió como puerta de entrada a una segunda parte erigida sobre la pura creatividad y que llevó a desengranar partituras de los propios miembros del conjunto, sobresaliendo la colorista percusión de Kuljit Bhamra y el relajante y exótico sonido de un sitar que Jonathan Mayer toca como si de un apéndice se tratara. La voz de Khan se unió a las del resto sin complejos, dando la pauta perfecta a la intención de un concierto en el que estuvo muy presente la sombra de Ravi Shankar, el más conocido de los músicos indios en occidente y el que más fusionó la música de ambos hemisferios con éxito y aceptación. La última pieza sirvió para constatar el punto de relajación al que llegó el otrora serio y casi hermético conjunto, con Khan invitándonos a corear y palmear, así como mimetizando sobre el escenario las famosas coreografías de Michael Jackson, moonwalk incluido.

Fotos: Aníbal González (Femás)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía